Nigeria ha sido testigo de conflictos violentos de diversas dimensiones que van desde los intercomunitarios, los étnico-religiosos y los postelectorales, entre otros. Este libro examina las consecuencias de los conflictos étnico-religiosos en la educación, a través de un estudio empírico realizado en la comunidad de Aduwan, situada en el sur del estado de Kaduna. El estudio de caso identifica las causas subyacentes de tales conflictos. Revela además que la educación requiere una atmósfera pacífica para prosperar, de ahí la necesidad de mitigar los conflictos en la sociedad para lograr una paz y un desarrollo sostenibles. Basándose en las conclusiones, el autor recomienda estrategias de prevención de conflictos, la reforma de los planes de estudio, la participación de las organizaciones de la sociedad civil y las instituciones tradicionales, así como la garantía de justicia y equidad por parte del gobierno.
